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¡Tenemos un parque deconstruido!
Pasaba días atrás frente a lo que será la última versión del Parque de las Estaciones y pensaba ¿Cómo será al final el tan controvertido espacio verde y terminal de autobuses luego de tantos años de estudios previos, de concursos de anteproyectos, planos, licitaciones, construcción, demolición y vuelta a empezar?
Como primer impacto, poco se puede decir, porque aun está en obras. Pero sin duda se va a echar de menos el paseo entre las lomas que hábilmente colocó Carmen Pinos para proteger el parque de ruidos y privacidad y que fueron demolidos sin más, junto una original rampa que atravesaba el parque transversalmente (luego de adaptarla para minusválidos).
Y en busca de esos por qués caí en la cuenta? Pero claro, ahora comprendo? Lo están haciendo desde hace tanto tiempo porque es un parque deconstructivista. Es un orgullo para Palma, y los lectores que están en el ajo lo saben. Pero ¿Qué es el deconstructivismo? Como lo dijo su principal portavoz. ¡Lo es todo! y ¡no es nada! Así de ambiguo. Es una de las tendencias o movimientos de vanguardias de fin de siglo, como el postmodernismo, pero con más contenido. El termino lo acuñó su exponente máximo el filosofo francés Jacques Derrida (1930-2004) y podemos decir que se trata de una forma de análisis textual aplicable no sólo a la arquitectura, sino también al cine, a la literatura, a la lingüística, etc?
¿Recordáis Desmontando a Harry de Woody Allen? De hecho la película se titula en su inglés de origen Deconstructing Harry. Aparte de los muchos temas que enriquecen a la película, lo principal es una autentica crisis y proceso de deconstrucción que sufre Allen, cuando recibe la invitación para ser homenajeado en la misma universidad de donde fue expulsado. Esta contradicción es propia del deconstructivismo, que a veces puede querer lo que no dice y otras decir lo que no quiere. El asunto es que cuando se lo utiliza, se pone en marcha una serie de reelaboraciones que van enriqueciendo al proyecto con nuevos significados textuales y gráficos que invitan a una lectura compleja y vinculante pudiendo llegar a modificaciones que cambien al objeto original o hasta llegar a su eliminación (léase demolición). De más está decir que la deconstrucción es una forma de operar difícil en la literatura y en campo de las artes gráficas, así pues, más difícil aún lo debe ser para la arquitectura o para un parque con terminal de autobuses incluida. De cualquier forma falta comentar un ingrediente que lo hace más atractivo y que caracteriza a los movimientos de vanguardias y es el de las asociaciones imprevistas en donde el azar juega un papel preponderante.
Derrida no creía que sus nuevos razonamientos y nombre acuñado tendrían tanta aceptación, así que no sabemos cuál será el próximo paso que den sus seguidores, pero a no desesperar, todas estas propuestas son a nivel teórico y conducida por filósofos en el ámbito universitario, no afectan a nuestra forma habitual de pensamiento y, al menos en materia de parques, seguiremos aceptando lo que nos echen.
En la práctica y en la pequeña escala lo más probable es que sea usado en literatura y en el cine más que en arquitectura. Se imaginan a un promotor llegando a su obra y los técnicos le digan: Hoy no trabajamos poniendo ladrillos, debemos deconstruir lo que hicimos ayer y mañana toca asociaciones imprevistas y azar, así que hacemos puente hasta el lunes.
Nada, que creo en definitiva que el parque es una obra deconstructivista total, porque así lo hemos querido y por las siguientes razones:
1.-Porque su evolución ha sido enriquecida con el aporte de muchos proyectos, ideas, indecisiones, cambios de estilo y de titulares.
2.- Porque es atemporal no sabemos cuando se termina con lo cual, al menos, lo inauguramos cada cuatro años.
3.- Porque puede adoptar sucesivas reelaboraciones, modificaciones y hasta demoliciones contradictorias sin que la gente proteste.
Bueno, aunque algunas cosas podrían haberse estudiado y conservado, como la rampa puente, aunque sólo sea por lo de las preexistencias y patrimonio? digo yo.
Antonio Abramo. Arquitecto