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Sobre el Palacio de Congresos
Sidero que la creación de un Palacio de Congresos conlleva paralelamente la implantación de multitud de infraestructuras, normalmente aparatosas y muy costosas.
Mallorca, como centro turístico de primer orden que es, precisa de un buen Palacio de Congresos, pero también de un buen Auditorium, unas buenas salas de exposiciones, ferias, espectáculos, teatros... es decir, de un conjunto de espacios multifuncionales que satisfagan una demanda social, cívica y cultural de primer orden.
Creo que no debe caerse en megalomanías y que en consecuencia lo que se cree responda a las necesidades ciudadanas e isleñas, no a caprichos costosísimos y creo que él o los edificios que se diseñen deben tener un gran valor arquitectónico por sí mismos, sin costos extraordinarios.
Creo contraproducente la inclusión de un hotel, ninguno puede mantenerse sólo de dicho conjunto arquitectónico y en la ciudad y/o alrededores hay hoteles suficientes que pueden cubrir, mucho mejor y adecuadamente, sus necesidades.
Palma tiene, en contraposición con otras ciudades, muchos complejos arquitectónicos de gran entidad estética e histórica: Bellver, Catedral, Almudaina, Lonja, barrios..., no precisa, en mi opinión, de un emblema, un edificio más, que sea significativo.
Considero errónea la ubicación elegida, no responde a ningún criterio urbanístico, sino tan sólo a uno posibilista, sólo las ciudades que no existen necesitan crearse y nosotros tenemos una maravillosa a la cual estamos dando la espalda. Quizá hubiera sido más oportuno habilitar viejos y grandes edificios existentes en la ciudad, vacíos y/o infrautilizados, reconvertirlos y mejorar los barrios, ahorrar dinero en nuevas infraestructuras y mejorando las urbanas existentes y que precisan, urgentemente dicha mejora. La ciudad es bellísima, llena de edificios hermosos y significativos, enmarcados en un entorno que necesita perentoriamente revivir y mantenerse, adecuarse al presente y futuro, ofreciendo cada día al visitante y al ciudadano sus paseos, plazas o calles y con sus lugares propios de esparcimiento de cualquier índole: salas de exposiciones, restaurantes, bares, tiendas, etc. que vuelvan a estar llenos de vida, espacios que se unirían entremezclando en su trama urbana estas nuevas y poderosas actividades, bienvenidas sean. Creo en el urbanismo mediterráneo, con sus ciudades llenas de vida, creo en la necesidad de adecuarse en ésta y en todas las épocas, no creo que un nuevo complejo ubicado en el lugar elegido nos aporte algo nuevo, no lo creo, perdemos de nuevo otra gran oportunidad.
Emilio Nadal de Olives es arquitecto.